Israel: 23-03-2022, Saxicola maurus y Circus macrourus

Tras visitar las montañas cercanas a Eilat descendimos de nuevo hasta el valle que separa Israel de Jordania. En la furgoneta descubrí que "Mustapha", la canción de Queen, seguía sonando en mi cabeza al igual que los días anteriores. Parecía que no podía librarme de ella, lo cual, a aquellas alturas, me resultaba ya bastante molesto. Aunque conseguía olvidarla cuando las aves me llamaban la atención y posaban frente a mis prismáticos, en cuanto me relajaba y dejaba vagar mi mente, aquellos terribles versos que alguna vez amé y que ahora odiaba regresaban ineludibles a mi cabeza.

No quedaba otra opción que buscar más pájaros. Nos dirigimos a las "piscinas del km 19" y, curiosamente, fue allí y no en las montañas donde pude disfrutar por fin de la migración de las rapaces: observamos águilas pescadora, esteparia, pomerana y calzada, muchos ratoneros de estepa, y varias especies más.

"Piscina" del km. 19 con las montañas de Jordania al fondo.

Águila pescadora, Pandion haliaetus.

Ratonero de estepa, Buteo buteo vulpinus.

Una maravillosa águila esteparia, Aquila nipalensis.

Ambas especies juntas, vulpinus y nipalensis. Un lujo.

Otro vulpinus.

Bordeamos el perímetro de la laguna llevándonos grandes sorpresas, como la que supuso un nuevo bimbo para mí, la tarabilla siberiana (Saxicola maurus), observada en inmejorables condiciones: posada, en vuelo, mostrando axilas, y siempre a corta distancia. Así es que como deberían bimbarse siempre todas las especies. Pero por fortuna las condiciones siempre cambian y uno nunca sabe qué se va a encontrar. Esto hace más interesante la ornitología.

Jordi Jofre fue engullido por el polvo levantado por un camión. Sufrí por él, por sus prismáticos y por su cámara.

Un aguilucho lagunero occidental, Circus aeruginosus, de aspecto interesante.

Bimbo número 51, tarabilla siberiana, Saxicola maurus.

Tras esta fructífera visita regresamos al cercano Eilat para comer. Escogimos un bonito sitio en el que sacié mis ansias de carne con un delicioso pincho moruno, plato que siempre me trae buenos recuerdos, pues mi difunta madre -la mejor cocinera que he conocido jamás- lo preparaba de vez en cuando. Ni siquiera los cocineros de aquel restaurante, nativos de aquellas tierras situadas entre Arabia y Egipto y rodeadas de desiertos, consiguieron mejorar su receta.

Otros maravillosos platos que preparaba mi madre eran los cocidos de legumbres, las croquetas, el pastel de carne (con puré de patata y tomate o con mayonesa y olivas), las sopas y otros muchos más. Pero tras este pequeño homenaje que le acabo de hacer (te quiero mama, allí donde estés, aunque solo sea en mi cabeza) es menester regresar al mundo de las aves.

Por la tarde visitamos los campos de Yotvata que tan buenos resultados nos habían proporcionado en jornadas anteriores. Y no salimos defraudados. Tuvimos observaciones de bisbita gorgirrojo, un bando de aproximadamente un centenar de terreras comunes, lavanderas boyeras de la subespecie feldegg, alcaudones núbico y norteño, y otras muchas especies que hicieron nuestras delicias, incluida una hembra de aguilucho que tras consultar con el VAR el árbitro dio por papialbo: teníamos unas fotos que despejaron todas las dudas que pudieran haber al respecto. Un miembro de la expedición, no recuerdo quién, alzó los brazos, dibujo un rectángulo en el aire y señaló un imaginario centro del campo: era un papialbo. Y nos reímos mucho, claro. Si es que nos lo pasábamos de bien...

Collalba rubia oriental, Oenanthe melanoleuca.

Abejaruco esmeralda árabe, Merops cyanophrys.

Roquero solitario, Monticola solitarius.

Alcaudón norteño, Lanius excubitor.

Bando de cigüeñas negras, Ciconia nigra. Casi nada. Esto no lo veo en l'Espinal.

Aguilucho papialbo, Circus macrourus.

Cenamos en nuestra pizzería favorita, en la que pedí espagueti a la arrabbiatta (me encanta la comida picante). Caminar todos los días por el campo compensaba aquellos atracones diarios. De no haber sido por eso habría regresado de Israel con unos cuantos kilos de más.

Ya en la cama dormí de nuevo como un lirón tras una jornada bastante apacible.