Robin Hood

Esta semana me tocaba entrar a trabajar a las nueve en lugar de a las ocho. Así que el domingo anterior ideé un plan: aprovecharía las mañanas venideras para visitar el Parc del Masot sin prisas, pronto, antes de que llegara el gentío de paseantes de perros (entre los que me incluyo, no lo voy a negar).

Dos o tres caminatas a lo largo de la semana, antes de comenzar la jornada laboral, sería ideal.

El lunes me dio pereza levantarme y pensé que ya iría otro día. Tal vez martes y jueves. Pero no lo hice. Tampoco el miércoles.

El cansancio, el calor, la sensación de que la migración ya estaba llegando a su fin... no había muchos motivos para animarme a salir. Así que de cinco días posibles fallé en cuatro, hasta que llegó el viernes.

Me desperté temprano, pero di unas cuantas vueltas en la cama. La noche anterior había dejado preparados los prismáticos y la ropa en el comedor para no despertar a Mari cuando me levantara.

Tanto me hice el remolón que nos levantamos juntos poco antes de las ocho. No tenía muy claro si ir o no. Pero recordé que no volvería a disfrutar de aquel horario hasta dentro de tres semanas después.

Finalmente, tuve la determinación de salir con Nina y comprobar que había de nuevo por el río Sec.

Resultó que acerté de pleno: un canto distinto a los habituales llamó mi atención. Estaba muy cerca, a apenas unos metros. Tardé unos segundos en ubicar la especie. Sabía que era una curruca y que perfectamente podía ser una mosquitera. Y vaya si lo era. Mostró su cabecita y medio cuerpo mientras seguía gorjeando justo enfrente de mí.

Alcé la cámara, pero el ave no me concedió tanto tiempo. Me cantó algo así como "tampoco nos pasemos, me he dejado ver de puta madre, no abuses, ya está bien por hoy".

Tras dedicarme esas dulces palabras, desapareció en la densidad de la encina en la que estaba posada, aunque yo seguí oyéndola, trinando y riéndose de mí.

Que se riera. No me importaba. No hay muchas citas de curruca mosquitera, así que siempre es una alegría toparse con este migrante discreto. Ya estaba contento en un principio por el simple hecho de ser viernes, pero más feliz me puse tras acertar de pleno el día correcto de la semana. Como un Robin Hood de la ornitología, apunté con el ojo y clavé la flecha en la hoja del calendario con una precisión absoluta.

Lugar de avistamiento de la curruca mosquitera (Sylvia borin), con las obras de la nueva pasarela, ya casi terminada.

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